miércoles, 22 de septiembre de 2021

Un año sin Ciciliano

 
El pasado viernes se cumplió un año del inesperado adiós de uno de los futbolistas atlanticenses más talentosos de todos los tiempos: Ricardo Manuel Ciciliano Bustillo.
‘Cici’, como era llamado cariñosamente, partió de este mundo el 17 de septiembre de 2020, a la edad de 43 años, seis días antes de su cumpleaños número 44 y 55 días antes del nacimiento de su último hijo, Massimo Alessandro Ciciliano Herrera, quien abrió los ojos al mundo el 11 de noviembre de 2020.
Massimo es el segundo hijo que tuvo Ciciliano con su última pareja, la caldense Alexandra Herrera López, quien acompañó al exfutbolista en la última etapa de su exitosa carrera, cuando brilló en Millonarios y Juan Aurich del Perú y remató en Uniautónoma FC y el Atlético Huila, club donde finalmente decidió ‘colgar los guayos’.
No hay un día en que Alexandra no recuerde aquel fatídico 17 de septiembre, cuando la vida le dio, sin duda, el golpe más duro de todos: separarla, a la fuerza, del amor de su vida.
MARCO SU VIDA
Ciciliano marcó la existencia de esta caldense, a la que conoció en un aeropuerto en 2008, cuando llenaba de júbilo la retina de los hinchas de Millonarios, en su segunda etapa en el cuadro albiazul. “Primero nos unió una amistad, un año después la relación se fortaleció y en 2010 decidimos irnos a vivir juntos. Ya íbamos para once años juntos, aproximadamente. Los mejores, sin duda. Ricardo marcó mi vida hasta el final, porque mira, ahí está Massimo, el último regalo que él me dejó. Míralo, es como si hubiesen puesto un cloncito (risas). Él y Manuel, mi otro hijo con Ricardo, son los que me han ayudado a sobrellevar esto, porque sola, realmente, no hubiese podido”, dijo Alexandra en diálogo con EL HERALDO de Colombia.
No ha sido un año fácil. En la mente aún están vivos los recuerdos, especialmente de esos últimos días que compartió con el exjugador atlanticense. Su muerte, a causa de problemas respiratorios, vino acompañada de un sinfín de rumores sobre lo que realmente sufría y qué lo llevó a eso. Alexandra abrió nuevamente ese triste capítulo de su vida para contar exactamente cómo sucedieron las cosas. 
NO FUE COVID
Lo primero que hay que decir es que él no muere por covid. Se habló mucho de eso y de que se había contagiado por andar haciendo domicilios. Todo es falso. La verdad es que Ricardo venía mal desde junio, más o menos. Él tenía un nacido en la espalda que nunca se cuidó y empezó a automedicarse por toda esta cuestión de la pandemia. Estábamos en una etapa dura donde todo el que entraba a un hospital moría por coronavirus, así que él decidió tratarse en casa. Cuando realmente empezó la tos y la dificultad para respirar, se fue para urgencias. Eso fue el 16 de agosto. Allá se descubrió que tenía una neumonía bastante avanzada, pero, por haberse automedicado tanto, el cuerpo rechazaba los medicamentos que le estaban aplicando en la clínica”, cuenta.
COMPLICACIONES
“Hubo un momento en que él tiene una leve mejoría y lo dejan salir, como para evitar que se contagiara de covid. Primero estuvimos 21 días en clínica. Lo dejan salir un viernes, pero el domingo en la mañana vuelve y se le sube la fiebre, y nuevamente y se le dificulta la respiración. El lunes temprano lo vuelvo a ingresar. Duramos toda esa semana en hospitalización y el viernes lo suben a uci. Ahí vienen las otras complicaciones. Sus riñones comienzan a fallar y hay que comenzar a dializar. De repente cogió una bacteria intrahospitalaria que lo complica y finalmente tiene el paro cardiorrespiratorio que se lo termina llevando. Fueron 35 días en clínica y yo estuve ahí, siempre a su lado, con mi barriga de siete meses, tratando de sobrellevar todo para que él estuviera tranquilo. Nunca se nos pasó por la cabeza el tema de la muerte, nunca imaginé que ese iba a ser el desenlace de todo esto”, agregó.
TODO CAMBIO
A partir de ese día, la vida le cambió por completo a Alexandra, que en el último año se ha dedicado a dos cosas puntuales: la primera, y más importante, ayudar a sus hijos, especialmente al mayor, a sobrellevar este duro momento; y la segunda, a tratar de levantar sola un hogar que ya no cuenta con el apoyo de la figura paterna.
“No ha sido nada fácil, porque, como puedes ver, hay dos hijos. Entonces, es enfrentar esto sola para ellos y tratar de estar bien para ellos, sobre todo para mi hijo mayor, porque la experiencia para él ha sido mucho más dolorosa”, dijo.
“Cuando Ricardo fallece, yo entré en depresión, pero me tocó sacudirme rápido, mirar por el niño que estaba por nacer y tratar de seguir adelante. El nacimiento de Massimo trajo un poco de felicidad, pero realmente no fue lo mismo que cuando nació mi primer hijo, esta vez la felicidad no era completa porque él no estaba conmigo. Ricardo era el que lo iba a recibir. Él estaba muy ilusionado con el embarazo, con su nuevo hijo, y el saber que no alcanzó a conocerlo me da muy duro. Ricardo fue el que le puso el nombre. Le decía: ‘te vas a llamar Massimo, porque vas a ser grande y poderoso’. Sin duda este año ha sido muy duro bastante… bastante”, concluyó.



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