Culminó la Copa Libertadores para Juan Aurich y el balance que deja la intervención aurichista es aceptable. Se ganaron dos de partidos de local y se perdió en casa frente al Santos que en el papel era lo lógico aunque jugando muy mal.
En realidad Juan Aurich debió haber clasificado, dando el gran golpe de la Copa, pero la confabulación de la Confederación Sudamericana de Fútbol que favoreció en
forma impune y descarada al Internacional de Porto Alegre en el reclamo rojo, apoyando como siempre a los clubes grandes en desmedro de los chicos, nos dejó con la miel en lo labios de una súper hazaña.
Aurich hizo lo adecuado en la Copa. Impsuo su condición de local, excepto el lamentable partido que se ofrció ante Santos. A esto se suma que el técnico Diego Umaña, regaló el triunfo en la La Paz ordenando a sus jugadores se cuelguen en el arco cuando los rivales ya estaban noqueados.
Aurich demostró que tiene clase internacional, diga lo que se diga. Porque se logró los triunfos que estaban previstos. El equipo no recibió palizas como la que tuvo The Strongest a manos de Inter y por un fallo absurdo no pudo seguir en competencia.
La dirigencia roja apeló el fallo y aunque las esperanzas son las últimas que se pierden, es difícil que Conmebol y sus súbditos den su brazo a torcer y favorezcan al Ciclón.
Lamentablemente Manuel Burga, presidente de la FPF, pesa menos que una pluma y estas son las consecuencias: una eliminación injusta, más aún teniendo la razón en el reclamo.
Ahora al Aurich le corresponde meterse con todo al Descentralizado y recuperar el paso erdido. El Ciclón está muy debajo en la pizarra puntos y tiene que, a partir de ahora, recuperar los puntos perdidos.
Se cumplió el objetivo copero: se lograron dos triunfos en casa, el equipo arañó la clasificación y aunque quedan malos sinsabores, como el pesimo partido ofrecido ante Santos en el Elías Aguirre, queda la satisfacción que se pudo llegar lejos. Que sirva de punto de apoyo para mejores logros.
Kike Ciclón
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