Culpa directa de esta vergüenza son los dirigentes que conformaron un plantel al champazo, contrataron jugadores malazos y en el colmo de los males, no gestionaron a tiempo los carnets de cancha, mandando al budín al técnico Teddy Cardama que mancilló su imagen con la incapacidad de los directivos.
Luego llegó Cortijo que no pudo enderezar las cosas, recibió goleadas estrepitosas y salvó de la baja solo gracias a que Chavelines estuvo peor que Aurich, de lo contrario se iba al descenso.
La pregunta entonces es ¿ahora qué?
Lo primero es exigir la renuncia de la actual dirigencia por haber estropeado el centenario de nuestro querido club. Eso no tiene perdón. Mancharon una fecha histórica con sus errores y desatinos y por lo tanto deben irse y no volver más.
Segundo, invocar a empresarios que quieran al Ciclón para que tomen las riendas del club y se conforme un equipo de primer nivel, que logre el ansiado ascenso a la Liga 1.
Para eso el dueño del club, Edwin Oviedo, deberá desprenderse de la institución o ceder la administración a gente solvente que consiga cristalizar el ascenso a la Primera División. De lo contrario, Aurich seguirá enclaustrado en la categoría de ascenso, con el riesgo de irse a la Copa Perú.
Tercero, armar un equipo de primer nivel, con jugadores de calidad y talento, que se rompan por la camiseta y no como hemos visto en esta lamentable temporada 2022 que no dieron la talla y fueron vapuleados por los rivales.
Cuarto, contratar un técnico ganador, de primera línea que logre el título con Aurich. Dicen que Cortijo tiene contrato para el 2023 pero su labor en el equipo dejó mucho qué desear y aunque pregone que salvó la categoría, lo cierto es que Aurich se salvó porque Chavelines fue más malo que nuestro equipo.
El 2023 tiene que ser el año del Ciclón pero para eso será necesario cambiar todo, desde los cimientos hasta la cima o de lo contrario, nuestro querido Juan Aurich volverá a dar pena en la Liga 2.
Ferreñafe
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