El 2-1 ante los huanuqueños fue hasta, muchas pasajes del duelo, injusto, porque León con un hombre menos presionó, fue atrevido y de no ser por Rivadeneya, en una tarde estupenda, estaríamos lamentando algo peor.
¿Qué pasa e Aurich? La respuesta la tiene Mosquera. El equipo baja la guardia con facilidad, se torna pecho frío la mayor parte de la brega, carece de convicción y se torna apático y abúlico, casi de la nada. Y jugando de esa forma, no se consigue nada.
El plantel que cuenta Aurich es discreto. La hinchada terminó furiosa con Juan Carlos Mariño y Cristian ramos, los puntos más bajos del equipo y se ratificó que sin alguien como Ciciliano, Sheput o Candelo en las grandes campañas anteriores, poco o nada se podrá hacer en el Apertura y luego el Clausura.
Bien Rivadeneyra. Estuvo en su tarde y ratificó que progresa fecha a fecha. Fue un gigante en la portería y salvó goles cantados de los huanuqueños. Los laterales, Cuba y Céspedes, en cambio, naufragaron y portaron poquísimo, pues sus trepadas jamas llevaron peligro y tuvieron demasiados problemas para contener a los hábiles contrarios.
Ramos desentonó, nuevamente, mientras Balbuena se esforzó por hacer las cosas bien. Rojitas fue, una vez más, lo mejor, sobresaliente en la contención en tanto que Vílchez estuvo desconocido, falto de ganas, perdido en la cancha.
Ovelar cumplió con su libreto. La intentó muchas veces, consiguiendo un gol, al igual que Rengifo, mientras que Pacheco estuvo desafortunado.
Noronha estuvo muy entusiasta e impreciso, perdiéndose goles increíbles mientras que Carranza ayudó en la marca. Mariño no aportó nada.
Triunfo al fin y al cabo, que nos permite sumar de a tres pero que, con tantas deficiencias, no es para hacer fiesta.
Kike Ciclón
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