Esta nota nada tiene que ver con el resultado de anoche entre Estudiantes de La Plata y Juan Aurich de Perú. Por el contrario, estas líneas tienen el fin de describir la realidad con la que chocó el último campeón de América en su visita al estadio Elías Aguirre, con capacidad para 25.000 espectadores: un campo de juego que parece no ser apto para una competición continental como es la Copa Libertadores. y un viento molesto que sopla permanentemente de arco a arco.
El césped sintético, o green grass, como le dicen aquí, no es lo que parece. Apenas es una carpeta gastada, con cinco años de uso, que la convierte ni más ni menos que en una cancha de fútbol cinco o papi fútbol, como quiera llamarlo, un poquito más grande (tampoco tanto) y con mucho viento.
La alfombra fue colocada para el Mundial sub 17 del 2005 -México fue el campeón en esa competencia a la que Argentina no clasificó-, cuando Chiclayo fue sede, y por lo visto nunca se cambió. Al no tener un césped largo, el suelo es duro, la pelota pica demasiado, y los jugadores están expuestos a lesiones por el golpe permanente con el suelo. Realmente, una cancha que la Confederación Sudamericana de Fútbol debería revisar, y de hacerlo, encontrará una canaleta de hierro por donde circula el agua cuando llueve, que comienza donde termina el campo de juego. Sí, hierro al borde del sintético. Peligroso, ¿no?
“Esto es una vergüenza”, se escuchó decir a más de un jugador, mientras cambiaba los botines con tapones por zapatillas de fútbol 5 para adaptarse mejor a la superficie. Como si fueran a jugar en cualquier cancha del barrio, con amigos, y no un partido súper profesional por Copa Libertadores.“¿Dónde se va a jugar el partido?”, preguntó sorprendido el enviado del Bayern Munich, y preocupado por las piernas de José Sosa. “¿Este es el campo de entrenamiento?”, insistió, buscando cómplices pero equivocado el alemán, acostumbrado al mejor césped natural. “No amigo, aquí se juega”, le contestaron, y el tipo, sorprendido, empezó a menear la cabeza de un lado a otro.
Como si no bastase el terreno como para complicar la adaptación, el viento, aunque anoche no lo haya hecho, suele juegar otro papel preponderante: el mismo corre a lo largo, porque llega del Pacífico, y es un factor muy importante en el juego. Es el Ciclón del Norte, y así le dicen al Juan Aurich. Al menos permite que la sensación térmica sea más agradable. De lo contrario, el calor también sería bravo de soportar.
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