Ni la sombra del equipo arrollador que ganó el Apertura. Aurich se mostró ante Alianza Lima como un equipo comprometido con el descenso, carente de un juego ordenado y displicente. El equipo lució demasiado inoperante y el empate terminó siendo demasiado premio para el Ciclón.
Aurich sigue dormido, no despierta. Parece que ganar el Apertura dejó soñando en sus laureles a los rojos pues el equipo está sumergido en un mar de imprecisiones, sin atar ni desatar y jugando al pelotazo.
Ante los victorianos, Aurich tuvo una labor displicente. Un equipo desordenado e impreciso que fue fácilmente controlado por los rivales. Y así no se puede pensar en título ni vueltas olímpicas.
Juan Goyeneche estuvo bien, fue poco exigido por los grones y las veces que remataron a su arco, el golero aurichista respondió.
Josué Estrada fue más empeño que aporte y no desequilibró, peor Jair Céspedes, en una jornada pésima, estrellándose siempre con los contrarios, sin lograr desbordar ni hacer daño a la retaguardia contraria.
Ramos y Balbuena cumplieron en la zaga, incluso "Sombrita" buscó constantemente anotar en la valla de Forsyth.
Rojas estuvo en lo suyo aunque exageró en el juego fuerte mientras Cummings ayudó bien en la tarea de contener a los visitantes. Bazán estuvo decepcionante, sin aportar nada positivo y Viza trató de ordenar el juego del Ciclón con poco éxito.
Pacheco estuvo desafortunado en los tiros libres mientras que Rengifo no lució en absoluto.
Mariño hizo poquísimo y no fue la solución en la mediacancha mientras que Noronha solo aportó entusiasmo en el ataque rojo. Acevedo, finalmente, demostró que está verde en el equipo rojo.
Un empate decepcionante y alarmante a la vez que demuestra que Aurich, sigue dormido.
Pepepe
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