Pirata Fc hizo todo al revés y pagó caro que jamás se transformó en club de fútbol y siguió siendo un vulgar equipo de barrio sin cancha dónde entrenar, sede, organización institucional y dirigentes de verdad.
Un club que de la noche a la mañana, por obra y milagro de una Copa Perú que regala boletos a Primera División a equipos de barrio, sin ton ni son, sin exigir que sean verdaderas instituciones, subió a la Liga 1 tan solo para dar pena, y ahora tendrá que jugar en la Segunda División.
Pirata Fc cambió tres entrenador, desde Palo Zegarra, pasando por el chileno Miguel Angel Arrué hasta el populachero Carlos Cortijo que aún cree que los partidos se ganan con frases, poses y arengas propias del siglo pasado y finalmente condujo a los verdes al descenso. Reflejo de cómo hizo las cosas el club lambayecano.
La Copa Perú debe ser un filtro a la Segunda División, a donde lleguen solo equipos fuertes, sólidos, bien armados, con dirigentes capaces, planillas de socios, cancha y sede como ocurre en todo el mundo. Entonces clubes como Pirata Fc ya no darán pena en la Liga 1 y la Segunda División será fuerte sin que echen a los equipos por deudas o los castiguen por no pagar.
Lamentablemente, esos clubes de barrio que abundan en la Copa Perú como enjambre de pirañas, son los votos que perpetúan a un presidente de la FPF, y son recibidos con los brazos abiertos en esa caduca división de nuestro fútbol que permite ascensos como Pirata Fc que ha dado pena y cólera en su fugaz paso en la Liga 1.
Por eso nada cambia en nuestro fútbol.
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