Todo lo bueno que hizo Juan Aurich en el primer tiempo, se desdibujó en el complemento. Fue otro equipo el que vimos en los últimos 45 minutos, descontrolado, sin noción del tiempo, jugando a cualquier cosa, soltando las marcas y sin coraje suficiente para mantener el resultado.
Son dos cosas: o el equipo se confió y pensó que tenía el partido ganado o falta clase para ganar. Lo increíble es que se fabricaron tantas ocasiones de anotar que el primer tiempo debió acabar, mínimo, 4-0. Sin embargo, no se goleó, el equipo se dejó empatar y los aficionados quedamos, todos, con los cresps hechos.
A este Aurich y ese "algo" es saber ganar. En Chimbote se repitió la misma historia que ante Pacífico, la "U" o Real Garcilaso. Se maneja el balón pero no se sabe anotar y se deja ganar o como en el caso de los chimbotanos, empatar. Y a ese paso poco o nada esperemos de Bakero y sus pupilos.
Delgado tuvo dos atajadas soberbias que evitaron la caída de su valla, pero falló en los dos tantos porteños. Tuvo de cal y arena. Guizasola y Céspedes aportaron muy poco, no fueron bullidores en sus trepadas y aflojaron mucho en la marca.
Fleitas y Minaya, tas un buen primer tiempo, soberbios e impecables, tuvieron un horroroso segundo tiempo que culminó con el empate galvista.
Tarek Carranza cumplió su cometido hasta que se cansó y Atoche fue intrascendente. Igual Oscar Vílchez que aportó muy poco. Michael Guevara estuvo entusiasta, hizo un golazo para quitarse el sombrero y luego se apagó. Fue cambiado.
Alexander Sánchez peinó el tiro de esquina de Guevara para el primer gol rojo y después fue silencio y Ovelar lució impetuoso pero impreciso.
Kahn hizo poquísimo en la cancha, Rojas ayudó en la marca con eficiencia y Pacheco no estuvo acertado como otras veces.
En suma, no se ganó un partido que se tenía ganado y son, a la larga, los que más pesan en los lamentos finales.
Ferreñafe
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