Aurich jugó horrible, sin corazón, sin orden táctico, sin saber qué hacer en la cancha y así no se puede seguir, a menos que la meta que se ha propuesto la dirigencia es que el equipo pierda la categoría. Aún hay tiempo para cambiar las cosas y todo está en manos de los directivos.
El Ciclón no es ni siquiera una brisa, es un equipo sin alma, aburrido, tedioso, sin ideas, esperanzado únicamente a la diosa fortuna y que no ha experimentado, en absoluto, el gran cambio que propugnaban Bakero y Edwin Oviedo. Con jugadores como Viza, Atoche, Velarde, Ovelar, poco o nada se puede esperar.
Juan Goyeneche hizo lo que pudo ante la avalancha local y la inoperancia de sus compañeros. No tuvo culpa en los goles porque lo dejaron solo y, por el contrario, realizó atajadas providenciales.
Josué Estrada estuvo desafortunado en la marcha y no aportó mucho al igual que Jair Céspedes totalmente desganado y desenchufado del partido. Ramos en cambio se esforzó en lo que pudo, guapeando incluso a sus compañeros. Atoche detenía a los rivales con la única arma que sabe: faulearlos.
Rojas derrochó energía y entrega en la cancha mientras Oscar Vílchez volvió a cumplir una tarde horrorosa, desconocida, decepcionante.
Edson Díaz fue víctima del mal planteamiento que hizo Bakero y que le costó al Aurich ir perdiendo 2-0 cuando recién iban 22 minutos de juego mientras Viza no aportó nada, fue un cero a la izquierda.
Regalado le puso mucho entusiasmo, incluso anotó el gol aurichista con golpe de cabeza mientras Pacheco también le puso ganas pero solito contra el mundo poco o nada pudo hacer.
Velarde no aportó nada y reafirmó que está demás en el Ciclón. A Medrano le quedó corto el tiempo y Ovelar no es ni la sombra de lo que hizo en otros equipos.
¡Salven al Aurich!, gritan los hinchas. Los dirigentes tienen la palabra antes que sea demasiado tarde porque este equipo 2013, con Bakero, se va al descenso.
Pepepe
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