José Mari Bakero puede tener buenas intenciones al igual que la dirigencia aurichista, pero su contratación, definitivamente fue un gran error.
Pretender cambiar la idiosincracia del futbolista peruano de la noche a la mañana, conquistar un balompíé desconocido como el nuestro sin saber qué terreno pisa y soñar con repetir hazañas pasadas con Barcelona en un fútbol repleto de fracasos, han sido los graves errores de Bakero.
Aurich es un barco a la deriva y nadie, en su sano juicio, puede pensar que Bakero está haciendo una buena labor. El Ciclón siquiera es una brisa, juega mal, no tiene gol, carece de orden táctico y únicamente sabe jugar al pelotazo.
El sorprendente pressing de las primeras fechas fue flor de un día. El toque y las salidas rápidas también se diluyeron rápidamente mientras avanzó el campeonato. Y mientras Bakero afirma que su equipo juega bien, los otros elencos "que juegan mal" siguen sumando, ganan y le han sacado kilométrica ventaja al escuadrón aurichista.
Verdad que la tabla está apretada y que dos triunfos consecutivos aurichistas nos pondrá, otra vez, en los primeros lugares pero ¿no será tapar el sol con un dedo? Aurich juega a nada, su técnico no tiene argumentos ni variantes, los cambios que siemre realiza son errados y el equipo carece de definición. ¿Un par de triunfos consecutivos cambiará todo?
El CV de Bakero dice que no es un técnico exitoso y que siempre se codeó con la baja. Lamentablemente en Chiclayo está reafirmando su hoja de vida.
Lo mejor es que Bakero se vaya y traer un técnico ganador. No es bueno comparar pero Franco Navarro, echado del Aurich a final de la temporada pasada, suma y suma con Melgar y el plantel rojinegro es, lejos, inferior al aurichista.
Alianza Lima y la "U" con planteles inofensivos pelean arriba y nos ganaron ni qué decir de Real Garcilaso que, incluso, se da el lujo de brillar en la Copa Libertadores.
Aurich tiene que hacer un cambio de timón, ya. Bakero, si quería cambiar los moldes del fútbol peruano, debió, primero, trabajar un año, como mínimo, con la reserva, por ejemplo, o en la gerencia deportiva y después, sabiendo a qué se aventura, comenzar su labor de recambio. No de la forma como lo ha hecho de la noche a la mañana.
Puede que desde hoy las cosas cambien, Aurich gane todo, tome la punta y al galope campeone. Quién sabe, pero como van las cosas, pensar en eso, es como si imaginar que caerá nieve sobre Chiclayo.
Kike Ciclón
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