Aunque la euforia del gran triunfo sobre Alianza Lima tardará en disiparse y quedar como un inolvidable recuerdo en las páginas de gloria del Juan Aurich, es momento que el equipo y la hinchada roja tome conciencia de lo que se viene el domingo: la batalla de Recuay.
De nada habrá servido ganar a los grones y entusiasmarnos con los golazos de Pedro Ascoy si el Ciclón no es capaz de soplar y ganar en la altura de Recuay a un equipo desesperado como Sport Ancash que requiere los puntos para salvarse de la baja.
Recuay es el siguiente paradero de la ruta a la Copa Libertadores. Pero ese trayecto no conoce de pausas. Cualquier tropezón, cualquier resbalón, cualquier derrota, simplemente, es fatal y deja sin sentido lo que falta, llámese Cristal y CNI.
Por eso, la consigna es ganar a como de lugar y como sea el partido del domingo en Recuay. Es una final, el todo o nada en nuestros sueños de vuelta olímpica.
El recuerdo del mal partido hecho en Chimbote está fresco. Aurich no debe repetir esos errores. Debe jugar con garra y con coraje. El domingo el equipo debe jugarse la final del Mundial en Recuay.
Los hinchas lo dicen. A Recuay hay que jugar como hombres. El que arruga no sirve, el que afloja mejor que no juegue. Sólo se necesitan machos en la cancha. Los conformistas a su casa. Este partido hay que ganarlo, señores.
Y la voz de la hinchada roja es una sola: jueguen con garra, carajo.
Aurich necesita ganar ese partido. Necesitamos más que nunca la inspiración de Mayer Candelo, la puntería de Franco Mendoza, las ganas de Pedro Ascoy y, al fin, los goles de Arzuaga y Moreno.
A Recuay hay que ir a ganar, señores. Con garra, con corazón, con todo el alma chiclayana, cien por ciento corajuda.
Alístense señores. El domingo es la batalla de Recuay.
Kike Ciclón
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