La guerra sucia

No me extraña que a esta altura del campeonato salgan este tipo de acusaciones sin fundamento, tratando de bajarle la llanta a un equipo que viene embalado. Es más. Los grandes siempre acostumbran a eso. Y si no acusan de incentivos a rivales, afirman con descaro que compran árbitros o como ahora, que arreglan con los jugadores contrarios.

Al Juan Aurich le han jugado mal desde que el Ciclón comenzó a soplar. Cuando "U", Alianza Lima o Cristal vieron al equipo rojo como amenaza empezaron a lanzar sus dardos. Primero intentaron restarle los méritos al equipo diciendo que teníamos jugadores acabados y que Aurich tenía un plantel de recicladosque pronto se desinflaría. Después, cuando el equipo se hizo más fuerte y no se cayó pese a las mofas contrarias, los ataques se tornaron más serios y salieron esos dirigentes fracasados y que viven del fútbol cual mercenarios, afirmando que "los árbitros ayudaban al Aurich".

Luego, cuando Aurich ganó el Descentralizado, "misteriosamente" entró en escena el colombiano Edgar Ospina ofreciéndose con listón y todo al Ciclón, originando la renuncia de Franco Navarro y el derrumbe moral del equipo.

Ospina puede ser mal profesional, mal colega y mal en todo, no me importa, pero lo peor de este enredo es que tiene un evidentísimo pasado aliancista. Lo dejamos allí.

Y ahora salen José Mallqui y Mario Flores hablando de sobornos. Ellos defiende al Ancash, es su problema, pero ¡qué curioso! que los aliancistas rápido se hayan subido al carro afirmando que sabían de las conversaciones del Ciclón con algunos equipistas huaracinos.

Eso me hace pensar ¿no estará acaso digitado todo esto? ¿no es un plan urdido expresamente para frenar al Ciclón?

Eso, simplemente, señores, se llama guerra sucia.

Pero Aurich es más grande que todo eso. Los muchachos hacen oídos sordos a esas acusaciones, a esas argucias vedadas y se alistan para regalarle a Chiclayo un gran triunfo en Recuay.

La guerra sucia jamás tiene éxito. Por eso confiamos en el Ciclón.

Kike Ciclón