jueves, 14 de octubre de 2010

El ocaso de los grandes


Miramos la tabla de Colombia. Santa Fe líder por un punto. Lo siguen Tolima, La Equidad, Once Caldas, Huila, Quindío. Seis chicos comiéndole los talones a un grande. Santa Fe intenta revalidar su condición de poderoso 35 años después de su última corona. Parece una fuga desesperada en la que lo persiguen seis mastines. Y el Tolima ya le muerde los pantalones.
En Perú, la Universidad San Martín, con una docena de hinchas, lleva 8 puntos de ventaja sobre Alianza Lima. Luego se encolumnan León de Huánuco, Juan Aurich y César Vallejo. En Uruguay, Nacional marcha noveno, en tanto Wanderers y El Tanque Sisley comparten la punta con Peñarol. A un punto viene el modesto River Plate, que este domingo tumbó a los mirasoles, quíntuples campeones de América.
En Argentina encabeza Estudiantes (que seguro va a ganar el título con récord de puntos de ventaja). Sus escoltas se llaman Vélez, Arsenal, Lanús, Newell's, Godoy Cruz. Los cinco grandes, como acontece últimamente, nadan en un mar de críticas.
Barcelona de Ecuador, por lejos el equipo más popular del país de Spencer, completará esta temporada 13 años sin una vuelta olímpica. Al menos Chile es una rotunda excepción: Colo Colo, la "U" y la Católica, los tres más populares, van cortados en punta.
Año tras año, la tendencia se consolida y acentúa: a los grandes se les hace cada vez más difícil establecer supremacía. Mientras los chicos ganan, aquellos viven rumiando broncas y echando técnicos. La pregunta es ¿por qué...?
Osvaldo Giménez, gerente deportivo de Peñarol, da de lleno en el clavo: "Antes, Peñarol necesitaba un lateral derecho y lo iba a buscar a Rampla Juniors, a Danubio, a Cerro. Precisaba un goleador y lo traía de River o Defensor. Ellos eran nuestro semillero. Ahora, cuando tienen un talento, lo venden directamente a Europa. Por eso Peñarol construyó un centro de alto rendimiento dedicado exclusivamente a los juveniles y contrató a un formador como Víctor Púa. Comprar no se puede porque cualquier figurita que surge vale millones de dólares, así que empezamos a generar nuestros propios jugadores".

Peñarol estuvo siete temporadas sin ganar un título, algo que no le había sucedido en 119 años de vida. "Ahora ya tenemos cinco chicos de las inferiores en el plantel profesional. Y tres son titulares de Primera", agrega ilusionado Giménez.
En otras épocas había auténticos cracks. Y los que había, los monopolizaban los equipos poderosos. Hoy no hay figuras rutilantes. Como decía el gran entrenador peruano Marcos Calderón "Lo mismo da Chana que Juana". Este socialismo indudablemente iguala a favor de los de abajo. Empareja chances.
El fútbol que se practica es otra razón de esta caída progresiva de los grandes. Básicamente es presión y marca, obstrucción y destrucción. Entonces, con óptimo estado físico y disciplina táctica, se igualan posibilidades. El mejor ejemplo es Holanda. Con lucimiento cero y la sempiterna estupidez arbitral llegó a la final del mundo.

Y, naturalmente, está el exitismo, que juega a favor de los chicos. El Real Madrid empata dos partidos seguidos y el clima se torna irrespirable. El Levante obtiene dos puntos consecutivos y es una fiesta. En Europa estas variables también existen, aunque los Barcelona, Manchester, Chelsea, Inter, Bayern, etcétera siguen comiéndose a los pescaditos chicos. Es que la billetera de los grandes de allá es muy abultada y aún con errores, presiones y otras hierbas, igual se imponen.
En esta parte del mundo, cualquier clubcito que se maneje con coherencia y tranquilidad es aspirante al título. Y mientras los grandes no desarrollen agresivamente el marketing, los ingresos televisivos y de taquilla, no podrán prevalecer como antes. Acá los tiburones tienen que andar con cuidado, es un mar de mojarritas.

Por Jorge Barraza
El Tiempo de Colombia

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